MATITAS CON NOMBRE DE DIOS

EL JARDÍN                                                                                                                     Charlie Tique


MATITAS CON NOMBRE DE DIOS

Un curioso recuerdo en mi mente no había muerto

Una mujer se contactó conmigo.
 -“Estoy aburrida. Escríbame algo. ¿Cuánto vale?”, resumiendo la tosquedad de su solicitud

-“Usted requiere un sicólogo”, algo así le contesté, -"lea EL JARDÍN", y anexé el link. Me dijo que ya lo había leído y le contesté que lo volviera a leer; sin embargo, le prometí que le escribiría para su cumpleaños y que no le cobraría un dólar. Me contestó con apenas los datos exactos y se despidió con un escueto Ok.

Es algo que no debe hacerse pero su ingenuidad y condición me hicieron prometérselo. Cuestión de energías

Fue como aquella vez que encontré, arrancadita de raíz, una de esas bellas plantitas que suelen alegrar jardines bogotanos y que algunos llaman Diosme y otros Diosma, dependiendo, creo, del color de la flor. No fue posible dejarla allí tirada y tenía yo once años, tal vez. 
Así que a mi madre no le llegué con una mascota pero sí con una de esas matitas con nombre de Dios que luego vimos multiplicada en los jardines del condominio.

Tiempo después, cinco mil dólares entraron a mi cuenta y la mujer reactivó el correo con un simple “Gracias” que firmó con su nombre

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